lunes, 11 de abril de 2011

19. ISLA DE PASCUA

ISLA DE PASCUA

En Isla de Pascua disfrutamos de una de las semanas más apacibles de la globivuelta. Pasa por ser el lugar más aislado del mundo, a 4000 kilómetros de Tahití y 3700 de Chile, un pequeño islote de unos 60 kilómetros de perímetro apenas poblado por unos escasos 3800 habitantes que residen todos en Hanga Roa, el pueblillo-capital. Debe su nombre a que el viajante holandés Jakob Roggeveen la descubrió el día de Pascua de Resurrección de 1722. Hay un vuelo diario desde Santiago de Chile y dos vuelos semanales a Tahití, y poca cosa más. Se hizo un intento este año de poner una conexión desde Lima con cuatro vuelos semanales, pero se canceló por falta de afluencia. Los pobladores pascuenses, hispanohablantes, viven con una calma chicha más que considerable, con un pequeño hospital, un colegio, una farmacia y poco más, aunque con una oferta considerable de restaurantes y servicios para el turismo. También hay un cajero del Banco de Chile, y otro del Santander, que no funcionaban la mitad de las veces que los requerimos.
Tardamos unas cinco horas en llegar desde Papeete, con unas turbulencias discretas pero continuas durante todo el vuelo. El viaje fue nocturno y llegamos por la mañana, con bastante sueño, y al bajarnos del avión nos vino a saludar Roberto, un chico con el que habíamos quedado para tomar un café y que trabajaba en el (minúsculo) aeropuerto, que nos regaló unos collares de bienvenida, similares a los tahitianos, pero con una plumilla colgando. Enseguida vinieron a ofrecernos alojamiento algunos hostaleros de Hanga Roa, que esperan a los turistas en el aeropuerto, y acabamos por irnos con una señora que nos hizo buen precio y nos acercó en su coche el escaso kilómetro y medio que hay hasta el pueblo. Nos salió por unos 45 euros la noche, porque los precios son bastante más altos que en el resto de Chile, dado su aislamiento.

HANGA ROA
IGLESIA CATÓLICA
Un par de días quedamos con Roberto, que posteriormente nos alquilaría su jeep y nos invitaría a cenar en su casa y conocimos a unos amigos suyos que también hacen couchsurfing y eventualmente dan alojamiento a los viajeros. Entre ellos estaba Lili, que trabajaba en el museo antropológico sobre la cultura rapanui, y que visitamos al día siguiente (muy recomendable, contiene el único moái femenino que existe), y también conocimos a un matrimonio que trabajaban como controladores aéreos en la isla, y que nos contaron algunas cosas muy interesantes, como que antes de que un avión despegue cogen los prismáticos para ver si la pista está despejada, y si no hay ningún caballo dan el ok. Viven estupendamente, porque la frecuencia de vuelos no tiene nada que ver con la del continente.

CON ROBERTO Y AMIGOS
CASITA FAMILIAR
CAMPO DE FÚTBOL OFICIAL
La isla se conoce también con el nombre de Rapa Nui, -‘Isla Grande’-, que en realidad es un apelativo polinesio que le dieron los primeros navegantes que vinieron desde el oeste. Se cree que la isla fue poblada durante el siglo IV por viajeros de las islas Marquesas, más concretamente desde la isla Rapa Iti, que significa Isla Pequeña, en contraposición a Rapa Nui. Esto hace que el idioma y la cultura rapanuis estén muy emparentados con los de sus ‘vecinos’ marquesinos, con un alfabeto de sólo 14 letras, y con ausencia de algunas expresiones comunes en otras lenguas como pueden ser ‘perdón’ o ‘por favor’. La isla se conocía también en su idioma autóctono como ‘el ombligo del mundo’, o ‘los ojos que miran al cielo’.

LEJOS DE TÓ
Al parecer los primeros pobladores llegaron a la isla en pequeñas balsas simples o dobles (dos balsas simples unidas por unos tablones para mejorar la estabilidad), trayendo consigo únicamente algunas  gallinas y unas pocas plantas, con lo cual tuvieron que sobrevivir con los recursos naturales autóctonos. Dicen que debió colarse también alguna rata en las balsas, porque existe un espécimen de rata maorí que probablemente fue importada.
Antes de que llegaran los conquistadores europeos, la sociedad rapanui estaba dividida en diferentes tribus que competían entre sí por los recursos de la isla, todas ellas con una estructura muy jerárquica, cuyo jefe, el ‘ariki’, se decía descendiente directo de los dioses. Eran tribus muy territoriales con lo cual tenían cada una asignada su porción de isla correspondiente, aunque la mayoría habitaban en el interior, dejando el litoral para los centros ceremoniales y religiosos. Fue entonces, durante los siglos XII a XVII, cuando los rapanui erigieron los mundialmente famosos moáis que pueblan todo el contorno de la isla.

Moái significa ‘escultura’ en rapanui. Son monolitos de toba volcánica que están distribuidos por toda la isla, unos 600 aproximadamente, más otros 397 en distintas fases de acabado que se encuentran en las laderas del volcán Rano Raraku, que era la cantera de donde los extraían. Los tallaban en la propia cantera a partir de una porción de roca suficientemente grande, normalmente tumbados o inclinados, y al final quedaban unidos a la montaña solamente por una delgada línea longitudinal que los sujetaba por la espalda, que era lo último que se rompía cuando la escultura ya estaba acabada y se podía transportar al destino definitivo. Visitamos la cantera dos veces, una con excursión guiada y otra por nuestra cuenta. Consta de una ladera principal donde excavaban las figuras, donde se puede contemplar el moái más grande, de 21 metros, que está a medio hacer, y un montón más de moáis acabados y dispuestos por toda la falda de la montaña.

LADERA DEL VOLCÁN

EN LA CANTERA
ENTRE COLOSOS
ESTA ES LA ESTAMPA MÁS FOTOGRAFIADA DE LA ISLA
ALGUNOS TIENEN LÍQUENES
ALGO DESGASTADOS POR LA EROSIÓN

ESTE ERA MUY ALTO

ALGUNOS CON CUELLO Y OTROS NO
UNICEJO

EN FASE DE TALLADO
EL MÁS GRANDE, 21 METROS

DESDE ARRIBA

Los bustos están prácticamente al alcance de la mano, y hay otra ladera secundaria con algunas esculturas que ni tan siquiera están vigiladas, -aunque teóricamente no se pueden tocar-. En esta excursión conocimos a Luke, un viajero empedernido muy locuaz y algo locuelo con el que acabaríamos quedando varios días.

CON LUKE
¡HEY!
SECRETILLOS
VISTA TRASERA
Algunos moáis fueron afectados por corrimientos de tierras y están algo hundidos, con lo cual los habían protegido con una cerca para rescatarlos del subsuelo.

 TUMBADO
AL RESCATE
En realidad no representan dioses, sino ancestros de los propios rapanui divinizados. La cuestión del transporte es un enigma, porque algunos de ellos pesaban 80 toneladas, aunque hay seis o siete teorías que proponen distintas combinaciones con rodamientos sobre troncos o sistemas de poleas. El caso es que una vez en su destino se les ponía un copete en la cabeza de piedra roja (escoria), y que no representa un sombrero sino el pelo. También se colocaban placas de coral blanco en las cuencas oculares con otra piedra de escoria roja en el centro a modo de pupila, aunque la mayor parte de estas placas se ha perdido después de que las guerras tribales arrasaran con las estatuas. Los ojos les daban el aspecto de rostro vivo de un ancestro, y de esta forma proyectaban su poder sobrenatural sobre sus descendientes.

AHU TONGARIKI AL BORDE DEL MAR
EL TEMPLETE MÁS GRANDE CONSERVADO
APENAS TURISTAS, TODO PARA NOSOTROS
Todos los moáis estaban situados encima de un altar (llamados ahus), y apuntan hacia el interior de la isla, a modo de protección de sus pobladores y como símbolo de su remoto aislamiento a espaldas del resto del mundo. Todos excepto los siete erigidos en el altar de Ahu Akivi, que al parecer representan a los siete exploradores que precedieron a los primeros colonizadores.

AHU AKIVI, ESTOS MIRAN AL MAR
Sobre el siglo XVI hubo una crisis de sobrepoblación (unos 9000 habitantes) que provocó guerras tribales por la escasez de alimentos, con lo cual cada una de las poblaciones se afanó en destrozar los poblados, altares y moáis de sus convecinos como muestra de dominio en la isla. Las canteras se abandonaron y, a falta de refugio, los nativos empezaron a vivir en pequeñas cuevas, algunas de las cuales visitamos.

MOÁIS TUMBADOS
Se cree que después de estas peleas surgió en la isla el ritual del ‘hombre-pájaro’, que otorgaba durante un año el poder absoluto sobre la isla a quien recogiera el primer huevo de gaviotín pascuense de la temporada, unificando de esta forma el poder en un único individuo y evitando las disputas tribales. En la excursión que hicimos al poblado de Orongo, al borde mismo del impresionante volcán extinto Rano Kao, nos explicaron cómo funcionaba la competición; cada año, los hombres más poderosos de cada tribu permanecían varias semanas en estado contemplativo mirando al mar, hacia el cercano islote Motu Nui, hasta que avistaban la llegada de los gaviotines que se asentaban allí para anidar. Entonces los llamados ‘ivi-attuas’, individuos que tenían el don de la profecía, elegían mediante revelación en sueños a cada uno de los contendientes de las diferentes tribus, que iban a competir por el poder absoluto anual.

POBLADO DE ORONGO
Cada uno de los competidores escogidos, esto es lo curioso, designaba a un paisano de su tribu que sería quien realmente realizaría la prueba y competiría por él, mientras el competidor oficial esperaba en la orilla la llegada de su discípulo. La prueba consistía en saltar al mar, nadar hasta el islote, robar el huevo al gaviotín, volver a la isla y trepar por la ladera del volcán hasta dejar el huevo en el poblado. Muchos de los nadadores perecían ahogados, bien porque no sabían nadar, porque se los llevaba la corriente, o porque los devoraba un tiburón. Finalmente el discípulo ganador haría a su jefe dueño y señor de la isla hasta la primavera siguiente, quien sería investido como Hombre Pájaro sagrado.

NADABAN HASTA ESTA ISLA A LA CAPTURA DEL HUEVO
El Hombre Pájaro en realidad se pasaba todo el año aislado en una cabaña sagrada retirada en el monte, con la cabeza rapada y pintada de rojo, meditando y dando órdenes a través de una persona que le asistía y le llevaba la comida.

A mediados del siglo XIX llegaron desde Perú varias expediciones de distintas nacionalidades que apresaron a más de un millar de isleños para venderlos como esclavos, entre ellos la clase sacerdotal, que eran quienes sabían interpretar el rongo rongo, la única escritura que ha habido en la Polinesia, desde entonces sumida en el misterio. En 1887, después de varias epidemias de tuberculosis, la población autóctona tocó suelo con un mínimo de 110 personas.
El volcán Rano Kao es el más impresionante de los tres que forman la isla, porque tiene una inmensa laguna en su interior. Rapa Nui tiene forma triangular, con un volcán en cada uno de los vértices, y es en realidad la cumbre de una cordillera submarina que asoma sobre la superficie del océano, ubicada sobre la placa de Nazca, que desplaza toda la isla unos 9 centímetros al año hacia el continente americano, y la va hundiendo poquito a poco debajo de la Placa Sudamericana. Dentro de unos millones de años habrá desaparecido bajo las aguas y no quedará ni rastro de los moáis, aunque seguramente para entonces ya estarán en el British. Hicimos la excursión al volcán con María, una simpatiquísima señora de Mar de Plata que nos explicó un montón de cosas sobre la isla, nos enseñó a coger guayabas de los árboles y luego nos preparó un estupendo zumo natural súpervitaminado.

VOLCÁN RANO KAO
MARÍA
En general la costa es rocosa y escarpada con algunos islotes en las cercanías, aunque hay un par de playas pequeñitas donde los lugareños acuden a bañarse cuando sale el sol. La temperatura es muy estable durante todo el año, entre 18 y 23 grados, con precipitaciones muy escasas, así que cualquier día que no esté nublado permite un chapuzón fresquito. Nosotros chapoteamos un par de días en Anakena, donde hay un pequeño montecillo desde el cual se tiene una bonita vista de la fila de moáis que miran hacia el interior, al lado de un discreto palmeral. En la playa había un catamarán atracado, a unos doscientos metros de la costa, tripulada por una pareja de globiteros (noruego él y jamaicana ella), que Luke había conocido unos días antes y que le habían contado que estarían dando la vuelta al mundo durante dos años, atracando en la costa y viviendo en el barco. Luke y MG se acercaron a saludar, y la pareja les invitó a tomar champán en la cubierta y les enseñó el pequeño barco, con su habitación, cocina, despensilla… Pena que no se pudieron llevar la cámara, claro.

PLAYA DE ANAKENA. NO HAY COBERTURA DE MÓVIL.

MOÁIS AL LADO DE LA PLAYA
ESPERANDO EN LA ORILLA
Desde el punto de vista de la fauna y flora la isla es muy pobre, en cuanto a animales terrestres aparte de las citadas ratas sólo existe algún lagarto y poco más, el resto de los bichos son aves o peces, con las tortugas verdes y carey como elemento estrella. Eso sí, hay decenas de perros que vagan juntos por varias partes del territorio, especialmente en la capital, alguno de los cuales se puede poner eventualmente agresivo. La peluquera que nos cortó el pelo (7,30 euros) nos dijo que es el problema más importante de la isla, porque está prohibido exterminarlos y no hay dinero para mantenerlos, así que aunque el asunto se ha planteado en todas las juntas siguen sin llegar a una solución.

PEDESTRE COSTA
ACANTILADO
La vegetación también es muy pobre, de hecho Isla de Pascua suele ponerse como ejemplo paradigmático de deforestación a nivel planetario; prácticamente todo su bosque se ha extinguido y con ello la mayor parte de la fauna. Hay algunas zonas de pinos y algunas palmeras cerca de la playa pero poco más, y la cosa ya estaba así cuando llegaron los europeos, porque los rapanui utilizaron los troncos de los pocos árboles que había para erigir los moáis. A priori podría parecer que ello le quita interés turístico, pero en realidad le da un aire todavía más olvidado y remoto. Un día nos fuimos de excursión a uno de los montes pelados del centro del islote desde donde se podía apreciar la curvatura de la Tierra, impresionante, porque se ve solamente mar en 360º, se mire donde se mire. 

SÓLO MAR EN TODO EL HORIZONTE
La isla depende de Chile desde 1888, aunque los rapanui se muestran combativos respecto a su dependencia del continente. Aparte de que fueron desprovistos de sus tierras por los colonizadores, carecieron de derechos de ciudadanía hasta 1966, y desde entonces no han dejado de luchar para obtener al menos la independencia administrativa. En 2007 consiguieron una reforma constitucional en la que se promete que se establecerá un estatuto especial para la isla, pero a día de hoy permanece sin dictarse. Lo que queda claro es que existe cierta tensión entre los rapanui nativos y los chilenos procedentes del continente que se han asentado allí para montar algún negocio; los nativos se quejan de que se les ha arrebatado el poder económico y la administración de sus propias tierras, y los foráneos protestan porque la policía hace la vista gorda con los excesos que de vez en cuando cometen los rapanui, para no alimentar la chispa independentista. Lo cierto es que el día que subimos al monte, tuvimos que aparcar el coche bastante lejos porque había una señal que indicaba claramente que no se permitía ningún medio de locomoción, animal o motorizado, y sin embargo un rapanui subió con su caballo como si tal cosa delante de nuestras narices y de las de una patrulla que pasó por allí, que se abstuvo de hacer ninguna objeción.

REIVINDICATIVOS
La fiesta más importante, el Tapati, nos la perdimos porque se celebra en febrero, cuando organizan un montón de actividades y ceremonias ancestrales como descender por la colina de una montaña encima de unos troncos a toda velocidad (llegan a los 80 km/h!), o fabricar una embarcación y echarse al mar, o bien elegir a la reina local de la belleza. También se pintan el cuerpo y se disfrazan de guerreros bailarines al son de música tribal, espectáculo que ofrecen en varios shows durante todo el año y que no nos perdimos, aunque fuera una esperable versión turistizada similar a la que ya habíamos degustado en Tahití. Los mitos más especiales de la isla son los referentes a la llegada del pueblo rapanui desde la idealizada isla de Hiva (que sería la Iti Nui de las Marquesas), y el culto al dios Make-Make, supuesto creador del mundo. La música del espectáculo estaba aderezada de canciones en rapanui que tratan sobre la lluvia, el amor, los animales o la fertilidad.

RAPADANZA
Isla de Pascua es un destino caro para los chilenos, aproximadamente el triple que el continente, con lo cual sólo la clase adinerada se puede permitir el lujo de visitar la isla. La mayor parte de los viajeros son americanos o europeos de clase media alta. Una tarde presenciamos una boda en Hanga Roa, a pie de moái, uno de los pocos a los que se le han restaurado los ojos y el moño, de una pareja que había fletado un avión con invitados procedentes de varias partes del globo para que acudieran a su ceremonia y pasaran una semana familiar de idílico relax. Les debió costar un pastizal que exdece nuestra imaginación, porque la dueña de nuestro hostal nos contó que cuando se produce una urgencia médica en la isla que no se puede tratar con los medios locales, existe la posibilidad de enviar un avión  medicalizado desde Santiago para intentar el rescate, pero que cuesta mínimo 50000 euros (de los cuales los pacientes chilenos deben abonar un 10%).

RECIÉN CASADOS
Nosotros pasamos unos días la mar de relajantes, comiendo sencillo pero muy rico -especialmente las empanadillas de camarones con queso de las roulottes de Hanga Roa-, y paseando isla arriba y abajo entre gigantes de piedra. De allí nos iríamos al continente, donde esperaba Santiago y el impresionante desierto de Atacama.

ROJO ATARDECER

1 comentario:

  1. Una buena aventura!!! Por cierto, menos mal que no os vieron los guardas saliendo de los senderos marcados en la cantera. ¡Son de lo más estricto! A mi me pusieron uno al lado para que no me saliera ni un palmo. Un abrazo, viajeros

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