viernes, 18 de febrero de 2011

15. NUEVA ZELANDA

NUEVA ZELANDA

Volamos desde Bali a Christchurch, en la isla sur de Nueva Zelanda (NZ), con escala en Sidney, donde perdieron una de nuestras maletas. Nos marearon bastante porque sorprendentemente JetStar (australiana) en NZ no tiene un simple ordenador para ver si la maleta aún no ha salido del aeropuerto origen o se ha caído al mar. Después de llamar unas cuantas veces a un número de teléfono que nos dieron en el aeropuerto al final nos dijeron que fuéramos a recogerla, que ya había llegado, pero al personarnos allí nos soltaron que bueno, que el número que nos habían dado era de un call center de la India y que cómo iban ellos a saber. Fue un tanto perplejizante para ser uno de los países supuestamente más avanzados con los que nos íbamos a topar en la globivuelta, aunque finalmente, dos días después, apareció el paquete y no volvió a desaparecer.
Christchurch se ha convertido en la ciudad del terremoto, sin duda alguna, que ocurrió tres semanas después de que nosotros pasáramos por allí. Antes de la catástrofe de Japón y después de la debacle de las inundaciones en Queensland, en Australia, en toda Oceanía no se hablaba de otra cosa. El 22 de febrero un seísmo de 6,3 sacudió la ciudad y se derrumbaron un montón de edificios de la zona centro, muriendo más de 200 personas.
En nuestro plan inicial nosotros habríamos llegado a Christchurch justo la noche anterior al seísmo, porque lo más lógico era hacer la ruta Bali-Australia-NZ-Fiyi, pero al final decidimos optar por el Bali-NZ-Fiyi-Australia, que es un poco más extraño, porque los billetes de avión salían más baratos, así que finalmente nos adelantamos a la debacle.
Unos meses antes ya se había registrado un terremoto que se notó en toda la isla sur, y cuando hablamos con lugareños, entre ellos nuestros hosts de Christchurch, nos dijeron que efectivamente había afectado a muchos edificios y algunos negocios habían tenido que cambiar de dirección para rehabilitar sus oficinas, aunque afortunadamente no había habido víctimas. Dando una pequeña vuelta por la ciudad lo pudimos comprobar rápidamente, porque había unos cuantos carteles como el de la foto:

TERREMOTO PREVIO
Desafortunadamente les esperaba aún la desgracia de febrero, que entre otros edificios derrumbó la catedral atrapando a bastantes turistas en su interior:

ASÍ ERA ANTES POR FUERA...

...Y ASÍ POR DENTRO
Cuando después hemos hablado con gente del resto de Oceanía muchos de ellos tenían conocidos que de forma indirecta habían resultado afectados.
Christchurch, al igual que el resto de las pequeñas ciudades de NZ que hemos visitado, es una población de lo más agradable, limpia y tranquila, donde uno se siente a años luz de los problemas que afectan al resto del mundo, seísmos aparte, ideal para llevar una vida sosegada rodeado de gente amable. Nos sorprendió bastante el clima de NZ, porque la esperábamos bastante más calurosa, pero en general ronda los veintipocos grados y por la noche incluso hace fresco, en pleno verano.
Aparte de pasear tranquilamente por la ciudad, que tiene un centro muy pequeñito y un gran parque (donde el príncipe William de Inglaterra se personó para dar su discurso de condolencia con las víctimas), fuimos al museo de la ciudad, donde había una casa con las paredes recubiertas de conchas marinas que a un matrimonio le dio por coleccionar durante décadas.

¡ OSTRAS !
HERENCIA BRITÁNICA
En NZ hace falta coche obligatoriamente, porque la isla sur en especial está casi vacía –un milloncejo de habitantes-, y pese a que los precios iniciales que nos ofrecían Hertz o Avis rondaban los 100 dólares al día -pasote del diez-, al final conseguimos en OmegaRental un ofertón por 15 dolarcillos (9 euros), aprovechando que la compañía necesitaba reubicar el coche en Auckland, en el norte, que es donde nosotros pensábamos dejarlo. Nos dimos un paseo por los alrededores de Christchurch antes de partir hacia el sur.

CERCA DE CHRISTCHURCH
De camino a Dunedin paramos para ver los boulders, unos cantos la mar de rodados que tras la erosión de millones de años se han quedado apelotonados como bolas de billar en la orilla de la playa.

PIEDRAS ENCANTADAS

CANICAS GIGANTES
En Dunedin nos acogieron Wan y Vincent, dos amigos de Malasia muy divertidos que nos enseñaron parte de la impresionante costa de Otago, donde el mar rompe con fuerza contra los inmensos peñascos de la orilla.

EN OTAGO CON WAN Y VINCENT

PLAYA ANTÍPODA
Nos trataron estupendamente y lo pasamos fenomenal recorriendo las playas cercanas con ocasionales leones marinos, donde es difícil bañarse porque el agua está francamente fría.
BLANCA Y FRESQUITA
HETE AQUÍ EL PEREZOSÍN
La ciudad transmite una tranquilidad deliciosa, aunque también tiene cierto ambientillo porque posee la universidad más importante de NZ, donde viene gente a estudiar de todo el país e incluso del extranjero. El trazado es cuadriculado con casitas unifamiliares, la mayoría de madera, y como curiosidad una de sus calles, la Baldwin, pasa por ser la más inclinada del mundo, según reza la placa a pie de cuesta, aunque no sabemos si en San Francisco tendrán algo que objetar al respecto.

DESENFRENADO
El estupendo museo de la ciudad nos permitió ver algunos kiwis –disecados-, esos pájaros que se quedaron sin alas al tener una evolución aislada sin depredadores naturales, y el arte típico de los guerreros maoríes, fundamentalmente de tallado en madera.

KIKIRIKIWI
TALLADOS MAORÍES
También se muestran algunas de las pertenencias de uno de los kiwis -así se llama también a los neozelandeses- más famosos de la historia, el alpinista Edmund Hillary, que fue el primero en poner sus zancas en la cima del Everest, con permiso del sherpa Tensing.

TAZÓN QUE ESCALÓ EN EVEREST
Otra de las atracciones de la ciudad a la que no pudimos resistirnos es la fábrica de chocolates Cadbury´s, donde además de ver todo el proceso de fabricación de las chocolatinas nos dieron una bolsita de muestra que nos supo a gloria. El guía que nos explicaba la cosa iba haciendo preguntas y al que respondía correctamente le daba una chocolatina de fresa o un huevo de Pascua, pero como el inglés kiwi es el más cerrado que hemos oído hasta la fecha siempre se nos adelantaba algún nativo goloso.

DELICIOSO
Nos fuimos de Dunedin a recorrer la parte sur, repleta de paisajes de playas inolvidables, cascadas, y formaciones rocosas.

SE LLAMABA KAKA POINT, PERO MUY LIMPITO...

NUGGETS

CASCATARATA
FAUNA KIWIPLAYERA

CALA EN EL EXTREMO SUR
AL BORDE DEL MAR
ATARDECER AL VOLANTE
Pernoctamos en el pequeño pueblecito de Te Anau, (fue la primera de las únicas tres noches que no hicimos couchsurfing en NZ), como transición para subir al día siguiente por la costa oeste hacia el conocidísimo Milford Sound. Allí hicimos un fantástico crucero entre montañas que normalmente se reflejan en el agua como en un espejo, aunque a nosotros el día nos salió bastante nublado.

MUCHAS MERINAS, NO CHURRAS

EL PASO DEL NORTE

MILFORD SOUND

ES EL PAÍS DE LAS CASCADAS

INMENSO FIORDO
De ahí nos desviamos a Queenstown, una ciudad de postal al borde de un lago que recuerda a los alpes suizos, donde nos alojaron Pablo y Olga (gracias!). Los lugareños se quejan un poco de que desde el estreno de ‘El señor de los anillos’, que en parte de filmó en los alrededores, los precios se han incrementado un porrón y se ha convertido en una ciudad más cara (aún). Está repleta de turistas que vienen a practicar deportes de aventura. La vista desde lo alto de la colina es magnífica.

QUEENSTOWN
Después de un par de días nos fuimos a Fox Glacier, donde nos hubiera gustado dar un paseo en helicóptero sobre el glaciar, pero como el tiempo estaba revuelto y las nubes envolvían la cima no hubo forma, nos tuvimos que conformar con ver el glaciar desde la distancia porque tampoco permitían caminar sobre él. Aunque hicimos noche allí para ver si la cosa mejoraba no hubo suerte, así que nos quedamos sin hielo neozelandés. Fue un poco decepcionante porque es uno de los hitos de la isla sur, pero es que en NZ son ultra-escrupulosos con la seguridad del turista, nada que ver con el sureste asiático.
El resto de la isla la recorrimos en nuestro pequeño Toyota alquilado, parando en cada calita y alimentándonos básicamente de supermercado. 

FOCAS EN LAS ROCAS DE LOS "PANCAKES"
Una noche en Hokitika nos acogió Jason, un chico realmente kiwi-kiwi, con su perro kiwi, su pesca kiwi, su tranquila vida kiwi al borde de la costa, y su inglés kiwi cerrado como un candado. Nos debió contar un montón de cosas, aunque entendimos bastante poco.
NZ es un país rico sólo en apariencia, el poder adquisitivo de la gente no es tan elevado en relación al tercer puesto en el ranking de índice de desarrollo humano que alcanzó el año pasado, escalando 17 puestos respecto a 2009. Los precios son similares a los españoles, excepto en servicios como internet, que es estratosféricamente caro (100 euros al mes o más con tráfico limitado) pero los salarios son incluso más bajos, por lo que la gente se quejaba de llegar muy justos a fin de mes. Nos chocó bastante  encontrarnos  treinta y cuarentañeros compartiendo pisos alquilados entre cuatro y cinco personas. La calidad de vida es increíble, pero los ingresos son limitados.
En el norte de la isla visitamos el parque nacional Abel Tasman, que toma su nombre del descubridor de estas tierras en el siglo XVII. Es un paraje estupendo en el que hicimos la mitad del recorrido en barco y el resto a pie, por un sendero que seguía la línea de costa, entre limpias playas que son de las pocas que en verano alcanzan una temperatura adecuada para que los kiwis acudan a bañarse.

LAGUNA EN EL PARQUE TASMAN

PLAYA VELERADA

Pasamos una noche en Blenheim con un matrimonio muy hospitalario y hablador, que nos dio calabacines de su huerta y nos hizo helado de frutas del jardín, y de allí tomamos el ferry en Picton directos a Wellington, en el extremo sur de la vecina isla norte. Cincuenta kilómetros en unas 3 horas con un paisaje estupendo que nos recordó a Milford Sound.
Wellington es una pequeña-gran ciudad, dicen ellos, porque pese al reducido tamaño y población (400.000), concentra una importante vida cultural. Justo al contrario de Auckland, gran-pequeña ciudad según versión wellingtoniana. Las ciudades rivalizan entre sí como lo hace la isla norte con la isla sur, aunque todas coinciden en ponerse de acuerdo para atacar a Australia, que no les hace demasiado caso a ninguna de las dos.

WELLINGTON
En cualquier caso la ciudad es la capital de NZ. Aunque no pudimos hacer fotos, se nos quedó grabada la noche en que Marcel, nuestro host, nos llevó a ver los cientos de luciérnagas del parque, y luego al monte Victoria, desde donde se tiene una perspectiva impresionante de toda la ciudad bajo un cielo abarrotado de estrellas.
En el museo nos encontramos con un enorme calamar gigante pescado, el único kraken en el mundo que está expuesto al público.

KRAAAAKEN...
Vimos también el cine donde se hicieron los estrenos mundiales de ‘El señor de los anillos’, que ha generado una industria cinematográfica impresionante, dio trabajo a muchísima gente y ha dejado una estela que recogen ahora las agencias de turismo.

TEATRO DE LA EMBAJADA

Partimos hacia la zona central, donde está el parque nacional del Tongariro, escenario también de la famosa trilogía, y llegamos a Taupo, a la casa de nuestro siguiente host, Terence. Allí coincidimos con Lauren, una chica de Alaska que estaba alojándose también allí. Con ella hicimos la que se vende como ‘caminata de un día más bonita del mundo’, atravesando el parque nacional entre lagos esmeralda y paisajes desérticos. 

TIERRA DE MORDOR
QUE MESCORROMOÑO...

LAGUNA ESMERALDA
Es un treking espectacular donde uno se imagina perfectamente a Frodo y compañía corriendo ladera abajo en busca del anillo. A mitad del recorrido se atraviesa una explanada enorme de tierra sin vegetación en las laderas de un volcán, y poco después se sube un montículo desde el que se divisan tres lagos sulfurosos y una cantera de tierra ferrosa. Es un recorrido de unas seis horas espectacular.
Otro día subimos a un monte cercano al lago Taupo, desde donde se divisaba el propio lago y la ciudad al fondo.
CON LAS VACAS LECHERAS

ASOMÁNDOSE A LA CIMA
Lauren se unió a nuestra ruta durante cuatro días, y juntos visitamos Rotorua, un poco más al norte, donde seguimos atiborrándonos de cascadas, fumarolas que desprenden vapor de agua, piscinas de barro y baños en aguas termales.

EN ESTA CASCADA SALE FRODO

BARRO HERVIDO

LAUREN Y MG

FUMANDO ESPERO...

MUCHOS LAGOS
La ruta nos llevó al final a Auckland, prácticamente en el extremo norte, que con un millón de habitantes es la única gran ciudad de la Polinesia. Aunque suene extraño NZ es parte de la Polinesia, como atestiguan los maoríes, de hecho es uno de los vértices del triángulo polinésico junto a Hawai e Isla de Pascua.

AUCKLAND
Nos quedamos en casa de Markus, un alemán que se había quedado aquí a vivir después de probar unos años en Melbourne. NZ nos sorprendió por la cantidad de jóvenes alemanes que vienen de turismo, muchos de los cuales hacen couchsurfing, porque en Alemania el sistema está bastante más implantado que en España.
A Auckland se la conoce también como ciudad de las velas, por la gran concentración de embarcaciones que hay en el puerto y la afición de la población a las labores de cabotaje. Nosotros nos topamos en pleno embarcadero nada menos que con el Queen Elizabeth, el famoso trasatlántico que comenzó a navegar el año pasado y que ha empezado a dar la vuelta al mundo. Es prácticamente idéntico al Queen Victoria, ligeramente más grande, con capacidad para 2092 pasajeros.

PAQUEBOTE QUEEN ELIZABETH
El edificio más característico de la ciudad es la Sky Tower, una torre de televisión desde donde los turistas pueden tirarse al vacío atados a unos cables. Nos contuvimos, principalmente por el precio, más de 100 euracos por la tontería.

SKY TOWER
 Los maoríes representan el diez por ciento de la población, y a diferencia de los aborígenes australianos eran guerreros, con lo cual los colonos ingleses no lo tuvieron fácil en la conquista. Llegaron hace menos de mil años procedentes de Polinesia oriental, lo que convierte a NZ el último país de la tierra en ser habitado. Actualmente tienen graves problemas con el alcohol y la obesidad y representan la clase social más baja.
En un mirador de la ciudad nos encontramos con un grupo de escolares maoríes que venían de excursión de naturales.

LAUREN A LA DERECHA
CISNE Y GANSO







De Auckland volamos a Fiyi y nos despedimos de la espectacular naturaleza montañosa de Nueva Zelanda con la sensación de dejar un país entrañable. Relajado, pulcro, y extrañamente remoto.

2 comentarios:

  1. Con las fotos nos hacemos una idea de la espectacularidad. ¡Son preciosas!. Oye lo de la obesidad de los maoríes que raro ¿no?, guerreros obesos, no me cuadra.
    Besos.

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  2. Gracias Alison por el comentario. ¿Guerreros y obesos? Pues sí, pero quizás no lo hemos explicado suficientemente bien.
    Eran poderosos y fuertes luchadores cuando llegaron los británicos, de hecho los maoríes es una de las razas más corpulentas que existen.
    El problema ha venido con la occidentalización; vida sedentaria y comida basura han redondeado alarmantemente su figura en pocos años, y es que si pasas de comer pescado y frutas durante generaciones a empapuzarte de "fish and chips", McDonalds, carnes rojas y comida empaquetada, eso se nota...

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