CAMBOYA |
Voy a manipular tu mente. Lo quieras o no. Podrías dejar de leer ahora, pero seguro que te pica el gusanillo y no lo harás. Quiero que te concentres en ese momento en que se acaba el día, te pones el pijama o en su defecto algo más ligero y te vas a dormir. Quiero que te visualices a ti mismo mirando el despertador, preparándote para programarlo porque al día siguiente hay que ir a trabajar. El maldito cacharro te va a despertar, porque tú lo quieres pero contra tu voluntad. Tómate tu tiempo para recordar cómo lo haces: ¿es negro?, ¿es digital?, ¿tiene manecillas?... ¿acaso usas el móvil?... ¿lo programas pulsando dos teclas a la vez?... ¿tiene la hora de la alarma ya puesta, la de todos los días, porque tú mismo eres como un reloj?... Quiero que te veas a ti mismo activándolo y dándote la vuelta para dormir debajo del edredón… Cuando estés seguro de imaginarte a ti mismo exactamente en ese momento, mirando el display, sigue leyendo… ¿Ya?...
Bueno, pues esta noche, cuando programes tu despertador, cuando veas de verdad esa imagen que se acaba de formar en tu cabecita, pensarás en mí. En Anselmo Surgencio Peperancho, alias Triqui. Lo quieras o no. Porque ahora ya has leído esto, y por más que lo intentes no podrás desleerlo ni desaprenderlo. Así que cuando te acuestes y pongas tus deditos en el despertador, lo quieras o no, te acordarás de este texto y pensarás en mí.
Cerré mi set de Psicomagia y miré al paquidermo, que tenía la boca abierta como un cucurucho buscando bola de helado. Me quise asegurar de que entendiera bien la tarea de nuestra siguiente lección de ‘españolo’, como decía él:
- Pues ya ves, Trompi, te he subrayado algunas palabras sencillitas para que me hagas el comentario de texto. Ya iremos subiendo en dificultad a medida que yo vea que progresas adecuadamente.
Continué porque la criatura no respondía, tal sería el alterado estado de conciencia en el que le sumió mi magia potteriana.
- Cuando las encuentres en el diccionario las copias diez veces, las memorizas, y ya hablaremos de la fecha del examen.
El elefantudo continuaba medio inerte, como si no quisiera estropear esa boca dibujada con compás. Yo estaba algo intrigado, desconocía si su admirativa estupefacción provenía de mis amplios conocimientos en Psicomagia o de mis habilidades tecnolinguísticas. Su comentario despejó todas las dudas:
- Pero Triqui poner deberes muy difícil, Triqui creer muy sabio y pasarse con Trompi –cambió el rictus y mostró una simpática sonrisa picarona– Trompi conocer a cerdito, cerdito presumir otra vez de sus conocimientos…
De nuevo me miraba como por encima de esas gafas que no llevaba. Me estaba saliendo un poco contestatario, así que tuve que explicarme con claridad y calmarlo para que no se me acomplejase:
- ¡Oh, dispuesto prosélito!… Colijo que mi sapiencia oblitere tu intelecto... Es probo que aprehendas vocablos renovados para tu acervo polístico…
El narigudo se quedó inmóvil por un instante, con una expresión que me costaba definir. No sabría decir por qué, pero aparte de la consabida admiración había algo de reproche contenido, sutilmente amenazante. Podríamos decir que su mirada apuntaba a mi cabeza. Finalmente reaccionó:
- ¡Parar, Triqui, parar!... cerdito volverse loco, Triqui creer sabilondo, pero ser un poco ingenuo… ¡Trompi no tragar!. Además Triqui cortar rollo vietnamita… ¡que estar llegando a Phnom Penh!
Miré por la ventanilla del autobús que tomamos en Saigón, y me percaté de que el autocar estaba a su vez encima de un ferry. Di por finalizada la clase, porque estábamos cruzando el Mekong, con nosotros dos dentro y los chicos haciendo fotos sobre la proa. Se me habían pasado las seis horas desde Saigón en un sanmartín, -pero sin angustias-, charlando con el trompitudo en el económico y sorprendentemente cómodo vehículo vietnamita. Asientos de cuero y aproximadamente un metro de separación con el asiento delantero, daban incluso a VT la posibilidad de marcarse el ‘Bailando’ de Alaska, con espacio suficiente para mover tibia y peroné. Quedaba aún una hora para llegar a la capital camboyana, pero dejaríamos el resto de la clase para más adelante, de modo que el dispuesto alevín tuviera tiempo de reposar conceptos.
Al otro lado del río el autobús continuó su ruta, y me percaté de que tras cruzar la frontera con Camboya el paisaje se transforma súbitamente, como si la vegetación supiera que tenía que cambiar de nacionalidad. Extensos prados de hierba verde claro muy vivo adornados con palmeras de las que tienen una especie de peluca sólo en la punta, y casitas de madera aupadas en pilares para evitar las fieras y las riadas. Nos pareció un país alegre a primera vista, aunque no lo conociéramos de nada.
PALMERAS PLUMERO |
...CÓMO ME CRECEN LAS LECHUGAS |
Habíamos programado un paso breve por el país jemer, visitando la capital y Angkor Wat, saltándonos la playa del sur en Sihanoukville, de lo que nos resarciríamos debidamente en Tailandia. Además llegábamos a Phnom Penh un poco escamados por la Lonely Planet, que la definía en unos términos bastante poco entusiásticos: sucia, pobre, llena de timadores e insegura. Viva el antimárketing. Al menos la inseguridad estaba referida al estándar asiático, según el cual Madrid podría entrar en la categoría de bandolerismo tremebundo y Caracas en la de destino final. En principio se reducía a tirones ocasionales desde motocicletas sobre efectos personales, pero claro, no quiero ni pensar qué pasaría si los chicos perdiesen la mochila, conmigo dentro.
Después de esta advertencia la sorpresa fue mayúscula. Aunque la Lonely es del 2008, parece que Camboya se actualiza con mayor velocidad que cualquier guía. Nos encontramos con una ciudad por encima del estándar vietnamita del que veníamos, y cerca del tailandés al que nos dirigíamos. Lo primero que nos llamó la atención fue la cantidad de Lexus que circulan por sus bien pavimentadas calles, seguida de cerca por un montón de Toyotas.
Está claro que al menos en la capital está aflorando una clase bastante poco media, con bastante solvencia económica. Así lo atestiguan los nutridos y concurridos centros comerciales que se manejan con los estratosféricos precios europeos. Hacía muchas semanas y no digamos millas que no contemplábamos una etiqueta en la que ponía ‘1,5 dólares’ pegada a una botella de agua. Efectivamente, los precios no están marcados en rieles sino en moneda americana, y parece que los precios van en consonancia. Nos sorprendió bastante toparnos con semejantes cantidades en el contexto indochino. Afortunadamente comer en la calle salía más barato que comprar idéntica comida en el supermercado.
La propesridad del país es bastante parcial, por supuesto, se pueden ver bastantes niños vendiendo postales y pidiendo para comer, o simplemente cuidando a un hermanito aún más pequeño, y también algún adulto pidiendo limosna, por aquello de que cuando un país empieza a florecer suele haber desgraciadamente una capa que sirve de abono.
Visitamos el mercado central -éste sí muy económico, con los habituales souvenirs y camisetas pero también alguna que otra joyería-, y el precioso Palacio Real, residencia oficial del rey Sihamoni, que está impecablemente cuidado, con sus palacetes, jardincillos, con la pagoda de plata que alberga el buda esmeralda. Es difícil sacar alguna foto que no parezca una postal, aún con las limitaciones ópticas de la minicámara de los chicos. Los anaranjados monjes budistas aderezan cualquier construcción real o religiosa, siempre dispuestos a salir en una foto entre reflexión y reflexión.
También estuvimos en el Museo Nacional, que conserva una impresionante colección de arte jemer, la más importante del mundo, con trabajadas esculturas de dioses, bronces y cerámicas. Es un edificio inmaculado por dentro y por fuera, con unos jardines milimetrados y una limpieza reflectante, que encajaría plenamente en la calle más pija de Lucerna.
NATIONAL MUSEUM |
Por la mañana fuimos al parquecillo de Wat Phnom, coronado por un montáculo con una pagoda gigante desde donde se divisa la ciudad, donde los locales vienen a pedir buena suerte en general y en los exámenes en particular. Unos cuantos chavales estaban jugando con la famosa pluma con contrapeso que ya habíamos visto en Vietnam. Practican una especie de badminbol o futminton, que consiste básicamente en el primitivo pateo en grupo del artilugio tantas veces como sea posible sin que llegue a tocar el suelo. La destreza de algunos corrillos es comparable a la del Pelusa, sin necesidad de dopaje.
Vimos también unos cuantos vendedores con jaulas que cobraban por dejar en libertad a un pajarillo cautivo, aunque al parecer el animal estaba entrenado para volver con su dueño, y a un elefante que daba un par de vueltas a los turistas sobre la base de la montaña. Al ver a su congéner girando como un giróscopo oxidado, transportando la carga como en el mito de Sísifo, Trompi tuvo un arrebato de melancolía, un pellizquín de nostalgia por los colegas del valle nepalí, y una urgencia inaplazable de encontrarse con su familia en Bali. Se metió en la mochila y oí como cacharreaba allí dentro con algún objeto. Tuve el impulso de ir a inspeccionar lo que hacía pero preferí dejarlo tranquilo con su congoja y no quise reprenderlo por revolver mi asentamiento.
De cualquier manera, y puestos a impresionarnos, lo que más nos epató fueron la cárcel S-21 y el campo de exterminio de Choeung Ek, que pueden hacer sonar un violín con las fibras sensibles de cualquiera. Los camboyanos los conservan como recuerdo de la pavorosa herida abierta por la locura genocida de los jemeres rojos, el particular holocausto de su pasado reciente que excede la imaginación más retorcida de cualquier guionista de novela gore, y no digamos de Hollywood.
Pol Pot fue el máximo dirigente jemer, un accidente inhumano y una mente enferma que demuestra cómo Dios, la naturaleza, o quien sea puede escribir torcido con reglones retorcidos, y dónde puede acabar un país en manos de un energúmeno con poder de decisión. Tras ser enviado a París por su familia a estudiar radioelectricidad, se abstuvo de sacar diploma alguno, y en lugar de ello reunió a una camarilla de fanáticos nacionalistas que volvieron a Camboya intitulados y con ansias de protagonizar la salvación de su patria por el camino más corto, el que se conseguiría en un pc ejecutando la orden: ‘>format Camboya:’
Con ello buscaban refundar su nación, -se hicieron llamar ‘Kampuchea Democrática’, porque el adjetivo les salía gratis-, partiendo de cero, lo que implicaba un renacer del país que empezaba irónicamente por el exterminio de la población que ellos consideraban inadecuada. De hecho ellos mismos definían su proyecto como ‘Camboya, Año Cero’, una vuelta a sus orígenes, al periodo de máximo esplendor que vivió el país durante el imperio de Angkor Wat. A su vuelta de París Pol Pot vivió durante un tiempo con unas tribus del noreste del país, combatiendo contra la ocupación estadounidense, y allí se maravilló de la apacible y simple vida que llevaban los aborígenes desposeídos de cualquier bien material, de cualquier conocimiento y por tanto de cualquier necesidad.
Ello le convenció de la idea de que había que vaciar las ciudades y trasladar toda la población al campo, mantener una economía agrícola autárquica de subsistencia, cerrar las escuelas y abolir la moneda. En cuanto acabó la Guerra de Vietnam y se retiraron las tropas norteamericanas, el psicópata encontró su oportunidad de hacerse con el control y Phnom Penh cayó en sus manos, con la inicial simpatía de la población, ignorante de sus intenciones. Inmediatamente vació la capital –se dice pronto, eran dos millones-, separando a las familias y enviándolas al campo, y arrasando con todo, tradiciones, cultura y cualquier tipo de manifestación técnica o artística.
La dictadura duró cuatro infernales años, e impuso un régimen que adelgazó la población en más de millón y medio de personas, esquilmando a titulados universitarios, intelectuales y gente con estudios, y a cualquier sospechoso de tener alguna idea opuesta al régimen, o más sencillamente, alguna idea. Una cuarta parte de los camboyanos desaparecieron del mapa por voluntad de unos locos. La esencia de su doctrina era volver a la Prehistoria desde una sociedad campesina estrictamente camboyana, sellando las fronteras y cortando cualquier conexión con el mundo exterior. Cuando Pol Pot cayó por la invasión vietnamita en el 79, pasó un largo tiempo hasta que las sociedades occidentales descubrieron o reconocieron la magnitud de la barbarie ocurrida en el ya castigado país. Al principio sólo se disponía de las declaraciones de los pocos supervivientes de los campos de concentración, aunque ya se intuía que las historias sonaban demasiado crueles para ser falsas.
La personalidad paranoica del líder le llevó a centrarse en la búsqueda del enemigo interno, de los posibles traidores a la patria que por tener cierta formación pudieran estar en contra de dejarse manipular y pusieran pegas a sus proyectos. Consideraban que la limpieza era necesaria para la instauración de una sociedad agrícola campesina, y que su papel de selección para mantener esta esencia nacional era vital, por aquello de creerse que nunca tantos se debieron a tan pocos.
En la cárcel S-21, que no es más que un antiguo colegio reconvertido en centro penitenciario, rodeado de alambres de espino, se pueden ver la aulas que se usaban como celdas para los prisioneros, y se muestran fotografías de los detenidos, algunos de los cuales lo fueron por delitos tan escandalosos como el de usar gafas, aunque la mayoría de las acusaciones fueron directamente inventadas.
En algunas de las aulas se construyeron de forma chapucera unas cuantas celdas con paredes de ladrillos y cemento, donde a los prisioneros se les ataba con un grillete antes de torturarlos en el potro del patio.
ESCUELA DEL HORROR |
POTRO TORTURA |
Las normas de la cárcel estaban meridianamente claras, porque los carceleros escribieron sus diez particulares mandamientos en un tablón que no tiene desperdicio. Entre otras sutilezas figuran: ‘te está estrictamente prohibido contestarme’, ‘mientras recibes descargas eléctricas no debes llorar en absoluto’, ‘no seas tonto eres un hombre que pretende derrocar la revolución‘… La filosofía era sencilla: si el prisionero respondía a las preguntas sería condenado por mentir al régimen, aunque dijera la verdad, y si callaba lo sería por ocultar información. Los jemeres rojos tenían un problema para cada solución.
Ahora han puesto unos carteles que prohíben reirse a los visitantes, aunque realmente el sitio no hace ninguna gracia; hay un mapa de Camboya hecho con los cráneos de las víctimas. Se les amarraba a camas de hierro y tras inmovilizarlas les iban derramando agua hirviendo en la cara. Miles de personas perecieron aquí, solamente 12 sobrevivieron, entre ellas el señor de la foto, que estaba firmando su libro en la entrada.
SUPERVIVIENTE |
Esta cárcel insufrible solamente era la antesala para el campo de concentración, a unos pocos kilómetros al sur, donde mandaban en camiones a los prisioneros que iban acumulando para acabar con ellos en masa. Con una destreza bastante siniestra, iban ejecutando a los sospechosos, habituales u ocasionales, enterrando la montaña de cadáveres al más genocida estilo del holocausto. Se pueden ver algunos restos de huesos y dientes por el suelo, y el árbol que se usaba para estampar a los niños. En el monumento de la entrada se apilan de nuevo las calaveras de aquella gente que se quedó sin futuro por tan mal destino.
TERRIBLE |
Actualmente algunos de los líderes siguen en proceso de juicio por crímenes contra la humanidad, aunque parece obvio que su preocupación será mínima teniendo en cuenta que están todos, básicamente, muertos. Muchos de ellos, de muerte natural.
Para relajarnos de estas emociones nos dimos unos cuantos paseos por el promenade del río Mekong, donde hay algunas calles bastante animadas con muchos bares para guiris como nosotros. Estaba tan circunspecto que no me percaté del momento de la foto: quizás MG no perdió oportunidad de caerse al río. Quizás el elefantudo le echó una trompa para rescatarlo. Quizás se puso de pie por sus propios medios. Quizás me estaban tomando la pelambre, o quizás logró ser el segundo que caminó sobre las aguas.
MEKAIGO AL MEKONG... |
Phnom Penh nos había encantado, aunque también teníamos ganas de partir hacia Siem Riep, la población que se encuentra a cinco kilómetros del templo Angkor, donde se quedan los turistas a dormir y relajarse.
Fueron unas seis horas de autobús que a estas alturas del viaje se nos pasaron en seis suspiros, entre comer algo, leer la Lonely, charlotear, oir el mp3 o ver los asiáticos clips musicales que ponen en el video autobusil. El paisaje era estupendo, subiendo el listón, así que hicimos bastante caso a la ventanilla. Yo también aproveché para releer mi incunable sobre inscripciones precolombinas, dados mis amplios conocimient… ejem. Para preparar las clases del elefantudo.
Nos pararon a comer en un restaurante sin restaurar, un sitio bastante cutre donde se vendían tarántulas y grillos –o similar-, y servían unos platos muy básicos con arroz que llevaban incluidos también algún animalillos, pero involuntariamente. MG tenía tanta hambre que probó el cereal enriquecido, pero VT se abstuvo, Trompi se contuvo, y yo me opuse.
En Sien Riep encontramos un hotel fantástico por cuatro euros la noche, el New Bequest Angkor, recién acabado, y en el mercadillo que es la ciudad los chicos aprovecharon para comprarse por fin alguna camiseta extra a dos euros la pieza.
Por la noche se crea ese ambientillo internacional propio de los sitios cercanos a un hito megaturístico, donde uno no sabe exactamente si está en Camboya o en Key West, con una calle repleta de bares y restaurantes en óptimas condiciones y a unos precios, más que competitivos, directamente ganadores. La inolvidable sopa de pescado Amok por un eurillo podría dejar contra las cuerdas las delicias de algunos restaurantes más Bulliciosos.
De postre, un masajito de pies con los pececillos desescamantes típicos de la ciudad. En cuanto uno sumerge alguna extremidad se lanzan a dar bocados para practicar el peeling, su deporte favorito. Muchas muchas cosquillas.
MASAJE POR ARRIBA, MASAJE POR ABAJO |
Para visitar Angkor nos alquilamos un tuc tuc durante todo el día, que nos vino de maravilla porque nos recorrimos el inmenso parque con total relajación. Es un sitio apabullante, con varios recintos de templos inicialmente hindúes que reproducen el monte Meru, considerado el hogar de los dioses, distribuidos en una inmensa explanada verde con una vegetación esplendorosa. Y lo mejor de todo, al menos cuando nosotros lo visitamos, es que apenas había mosquitos. Aparte de Angkor Wat visitamos la ciudad de Angkor Thom, el templo de Preah Khan, y también el famoso Ta Prohn, donde los árboles han crecido entre las piedras y forman parte ya de la misma estructura, en perfecta simbiosis, como la anémona y el ermitaño. Quizá siga entre las paredes el espíritu de la jamona Angelina Jolie, que estuvo por aquí rodando Tomb Raider.
Los chicos se lo pasaron jemer –pero no rojo-, y cuando fuimos a ver la puesta de sol desde la cima del templo Phnom Bakhem, como colofón a un día inolvidable, decidí sacar mi libreta de bolsillo y tomar algunas notas rápidas que me ayudasen a plasmar en el blog ese ambiente difícilmente descriptible.
Me sentía minúsculo rodeado por el aura mayestática de aquel paraje al anochecer, entre los templos y la vegetación, momento en cual me llevé una sorpresa mayúscula:
ZONA MUY TEMPLADA |
JE, JE... TEMPLO JEMER |
MG ABDUCIDO POR SECTA TAIWANESA |
Me sentía minúsculo rodeado por el aura mayestática de aquel paraje al anochecer, entre los templos y la vegetación, momento en cual me llevé una sorpresa mayúscula:
- No hacer falta que puerquito tomar notas para blog, Trompi haber hecho ya deberes y tener descripción de monumento –no entendí nada de nada, excepto que el trompitudo me llamó ‘puerquito’.
Continuó:
- Trompi haber hecho rima para describir templito y Triqui poner en blog. Ahorrar trabajo y demostrar progresos de elefantito –el enano parecía satisfecho, pero yo vivía en la duda.
- ¿Una rima?... ¿en mi blog?... ¿qué diantres!... te puse como tarea rebuscar unos vocablos en el diccionario!...
- Ah, ya, ya… Trompi pasar de deberes, ser un rollo –lo soltó con total descaro-, hacer rima que ser más divertido y así elefantito también participar en blogui.
Afortunadamente, estaba en el lugar adecuado para quedarme de piedra. El narigón se me rebelaba. Y si no lo entendí mal, pretendía inmiscuirse en mi blog. Y encima desobedecía mis órdenes, olímpicamente. Estaba a punto de ponerme a barritar, como si yo mismo fuera un elefante, pero se me adelantó. Se puso a recitar.
Trompi quiere demostrar su destreza en castellano,
y para ello ha compuesto un poema camboyano.
Con los chicos y con Triqui visité una maravilla,
al ver Angkor y sus templos se me cayó la babilla.
Al principio el monumento fue dedicado a Vishnú,
luego llegó allí el budismo y dejó de ser hindú.
Las cinco torres centrales tienen la forma del loto,
porque el rey Jayavarman era un hombre muy devoto.
Dioses moraban la cima, hombres poblaban la base,
cientos de bajorrelieves nos describen esta fase.
Todo el recinto exterior, rodeado por un foso,
refleja el templo en el agua, y parece más hermoso.
Tal fuera su poderío, su fama y su relumbrón,
que su población llegó a casi medio millón.
Crearon una cultura con tal fuerza de atracción
que al menos hasta esa fecha no tenía parangón.
Los jemeres lo abandonan empezado el siglo quince,
me apuesto a que algún patán se provocó algún esguince.
Nadie sabe bien por qué, no hay respuesta a estas cuestiones,
pero parece probable que hubo algunas invasiones.
La selva devoró el templo con gran peligro de muerte,
se cayeron muchas piedras abandonado a su suerte.
Al llegar los europeos no sabían lo que era,
pero ahora es tan importante que sale hasta en la bandera.
Hunden dentro de las rocas los árboles sus raíces,
hasta Lara Croft estuvo metiendo aquí sus narices.
Y llegados a este punto, no me negarás, hermano,
que mi españolo ha pegado un giro copernicano.
Miré al paquidermo con cierto reparo, me recorrió un escalofrío de estupefacción. No podía comprenderlo, había algo que no encajaba. La rima era algo infantil, demasiado consonante, al alcance de su prebachillerato, pero de repente había acertado a conjugar todos los verbos. Me pregunté si le ocurriría como a ciertos cantantes, que al empezar a entonar pierden súbitamente el acento. Quizá fuera alguno de sus múltiples misterios.
Se dio la vuelta satisfecho y autosuficiente y se metió en la mochila, en la parte más acolchada del bolsillo delantero, desoyendo mis advertencias:
- Oye, Trompi, que no hemos terminado, ¿dónde está la tarea que te encomendé?...
- Trompi saber… sabe ya lo suficiente porque haber… porque ha encontrado sistema más rápido de aprender españolo que con clases de cerdito.
Lo que me faltaba, ¡el elefantudo quería independizarse!... Al principio no daba crédito, pero lo importante era que yo lo tuviera. Estaba claro que nadie quería necesitarme, así que me dispuse a ordenarle que volviera para terminar la clase. Me lo encontré de espaldas en la mochila, con la cabeza metida en mi libro de alejandrinos. Iba a espetarle su insubordinación cuando me fijé un segundo y lo detecté. Pestañeé un par de veces porque no me gusta pellizcarme, pero allí estaba aquello, asomando por la parte trasera de su oreja derecha. No pude evitar el grito, elevando el tono dos octavas, o simplificando, una cuarta:
- ¡Pero cómo te atreves, paquidermo!... ¡¡¡Eso es material privado!!!
Se dio la vuelta tan feliz, con una sonrisa de colmillo a colmillo, mostrándolo ahora sin ningún tapujo. ¡¡Estaba utilizando mi anteojo de pensar!!... ¡Por eso avanzaba tan rápidamente!... ¡Compuso el poema con el anteojo puesto!...
Intenté reclamar mi artefacto de inmediato, pero su mirada infantil y picarona inactivaba mi enojo. Era simpático el condenado. Tuve que ir directamente al grano:
- Tienes que devolverme el anteojo de pensar, Trompi, lo necesito esta madrugada para estudiar la orografía de Phi Phi island. Mañana salimos para Tailandia.
Hola:
ResponderEliminarSí, ya sé que soy un pesado, pero debéis ya andar por Australia y el cerdo no deja de hablar y hablar y sólo va por finales de noviembre...
Que se le va a olvidar todo lo que habéis visto...
Al menos id subiendo las fotos para que vayamos viendo qué ha pasado en estos dos meses, que queremos saber de vosotros.
Bueno, y después de la bronca, que se os ve muy bien. MG, ahora se te ve mejor en las fotos, y ya he averiguado por qué se te veía tan mal en las primeras: cacao labial blanco que te ocupaba media cara y la otra media cubierta por esas "gafas de sol" (espero que en Vietnam o en Indonesia compraras unas más favorecedoras).
Me alegra también saber que comprasteis algo de ropa :D
Por cierto, ¿qué animal en concreto comió MG de piscolabis? ¿Cucarachas gigantes o tarántulas fritas?
Y una de peticiones:
Fotos de comidas que hayáis hecho (no se os ve comiendo en ninguna).
Un mapa más detallado de la ruta (si lo lleváis hecho, que seguro que es mucho curro).
Un poquito de más información práctica de vez en cuando (enlaces a donde compráis vuelos, a hoteles que os hayan gustado, etc.)
Y por último, comentad a los comentarios. Esto es una práctica habitual en los blogs para generar más visitas :D
Sí, ya sé que ahora me parezco al cerdi, con tanta petición y crítica, pero os echamos de menos.
Besos.
Buenas, AS, somos MG y VT :)… ya vemos que estás aburrido, comentando blogs y todo… Qué aplicao… :)))
ResponderEliminarNosotros estamos rebien, pero sí, preocupados por la salud mental del cerdo, no sabemos si le está afectando la inminente marcha de Trompi o si está Gagá, como la otra (¿cuánto vive un cerdo, alguien lo sabe?...), pero aparte de que escribe cuando le da la gana lo peor es que va totalmente a su bola y habla de todo menos del viaje!…
Bueno, hemos decidido inmiscuirnos en su parloteo, así que vamos a actualizar nosotros la cosa ésta, y si al cocho le da por escribir de vez en cuando pues habrá que dejarle, al fin y al cabo el psiquiatra nos recomendó no tensar demasiado la cuerda porque está al borde del quijotismo. No veáis cómo se ha puesto cuando se lo hemos dicho. El pobrecillo está muy sensiblón, ha sufrido mucho para su edad –que por cierto, desconocemos, es un cerrojo cada vez que sacamos el tema- con lo cual le vamos a dar unas vacaciones para que se recupere, por su bien. Nos ha dicho que volverá para contar su verdadera historia (?)… Qué tío.
Tenemos en cuenta tus peticiones, ahora que Triqui esta convaleciente podremos toquitear esto a nuestro antojo :))
Bastante fresqui por las Españas, ¿no? ¡BRACINES!
Por Dios!! Que Triqui no deje de escribir! Adoro sus comentarios y su incansable parloteo... Es la bomba!!!
ResponderEliminarUn besazo a los cuatro!!!
Hola, Laura!... nosotros tambien le echamos de menos... a ratos. No sabemos muy bien lo que le pasa, tiene el carisma tan alterado que pensamos que puede ser la marcha de Trompi o una de sus habituales subidas de transaminasas. En cualquier caso parece que el viaje le está trastornando mucho y empieza a ver gigantes donde no hay ni molinos... Esperemos que se recupere, por nuestro bien, porque nos estaba tuneando demasiado el blog y lo del despertador es que no por donde cogerlo... Él dice que volverá para contar su 'verdadera' historia (?). De momento sigue con la histeria...
ResponderEliminarBRACINES !!!
A tu ritmo, dile al cerdo que se recupere.
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